Y fue en la era donde mamá nos encontraba arriba de su cocina, con las manos destapadas y al calor de los refrigerios del alma, nos gustaba disfrutarlo pero el destino era encontradle una salida a todo lo que sentíamos, no podíamos contenerlo se nos salía de las manos lo mismo que en la esquina así como en la sala, nos rendíamos ante los placeres de la lluvia pegando debajo del árbol, al sonido de las estepas calentando nuestra ropa mojada sobre la repisa, si vos supieras y yo al mismo lo que piensas, tal vez podría ser mejor, como grito de espadas en medio de la nada y es que nada se comparaba con lo que teníamos que decían nuestras manos atadas debajo del comedor, y pensábamos que seria bueno hacerlo sobre la ensalada, entre la carne o detrás de ese tazón de crema, ahí es donde sus labios murmuraban el cuarto de la esquina, ese de paredes estrechas donde se guardan las porcelanas de la abuela, mi conciencia tomaba remordimiento y es que las mismas escenas se repetían ya tan explicitas como soberbias quizá nos engañaban, lo admito por momentos sentí miedo a terminar así como estoy alejado del con fin las nieblas unas cuantas espesas otras que solo me dejan ver atreves de espejo que un día dejaba ver solo su aliento perdido, enmarañado de constantes aberraciones que con el jabón se esfumaban.
Mi corazón pudo detectar no se si a tiempo los sarcasmos de la condolencia me percate de una sensación que fibrilada por mis brazos y es que nunca nos dimos cuenta que detrás de la perilla nos observaba fúnebre la sombra de la inconsciencia, sádica por momentos pero que la vez nos cubría con dulce besos y abrazos, mas tarde que nunca se presentaría el momento exacto para presentarse ante la sociedad. Miradas en silencio, tal vez una excusa para violar la intimidad de ese peluche de tu alcoba y usarlo como postropedico, esa era la única sensación que creía posiblemente humana la de tu cintura tomando esa curvatura mientras suspirabas y tenias escalofríos, otro día en el super con victimas liquidas de por medio, ya nada irrumpía en nuestro sosiego y que mas daba perder el metro si en segundos pasaría otro, después se volvían minutos, mas tarde horas.
Creí haber dejado atrás las pequeñas promesas de cambiar pero veo que o fue así o quizá las cumpla después por lo mientras lo nuestro se fue el sigilo, nos quedamos inertes ante la pulcritud de las cosas, piel en piel, acero en acero, tu cuerpo sobre el mío, la inexplicable saciedad de dos sólidos que al hacer contacto se transformaban en cosas que no se como describir, mas tarde descubrí que fuimos como una pareja que des pues de una gran pasión solo les quedaba el sexo.
Tragasables.
Hace 11 años
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